La consultora global AT Kearney pronosticó el año pasado que, para 2040, la mayoría de la carne que se consuma en el mundo provendrá de cultivos en laboratorio o de opciones de carne vegetal. Así que no estamos muy lejos de ello.
Probablemente la mayoría de nosotros aún tardemos en encontrarla en los lineales de nuestro supermercado habitual, pero quien tenga la oportunidad de acceder a un exclusivo restaurante de Singapur llamado 1880 encontrará en el menú un plato único en el mundo: carne de pollo cultivada, producida por la compañía estadounidense Eat Just. Al mismo tiempo, recientemente la empresa israelí Future Meat Technologies ha anunciado la apertura de la primera planta mundial de fabricación industrial de carne cultivada, que producirá 500 kilos al día para comercializarse a partir de este año.
La carne creada en laboratorio se hace a partir de las células madre extraídas de los animales, por lo que también se le conoce como carne cultivada o “carne in vitro”.
El escalado industrial será la prueba de fuego que dirimirá el futuro de estas tecnologías, ya que de ello depende que el precio pueda descender a un nivel mayoritariamente asequible.
“Para que la carne cultivada sea un producto viable deberemos alcanzar con el tiempo una paridad de coste con la carne convencional”, dice Lavon.
“Entrar en la producción a gran escala permitiría este descenso del precio”, añade.
Esta es ahora la meta que persiguen las diversas compañías participantes en esta nueva carrera tecnológica, generalmente pequeñas start-ups, pero que en algunos casos ya han conseguido el apoyo de gigantes como Nestlé.
“Hay un espacio significativo para que coexistan diferentes estrategias y tecnologías, y en cierto modo es una cuestión de economía cuáles serán las primeras que veremos en el mercado”, apunta a OpenMind Paul Mozdziak, investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte especializado en carne cultivada de aves y director científico de la compañía Peace of Meat.