La llegada de las nuevas vacunas llamadas “vacunas de segunda generación” causan dos nuevas posturas en los especialistas.
Si bien todas las vacunas contra el Coronavirus están hechas para controlar, reforzar y proteger contra cuadros graves de la enfermedad y la muerte, lo cierto es que a la hora de prevenir los contagios el nuevo coronavirus les ganó todas las batallas.
Por una parte, están las personas que piensan que, pese a que vayamos actualizando las vacunas, el virus mutará y nunca podrá tener fin, y por otra parte tenemos a quienes creen que esta vacuna es la definitiva para poder empezar a ver el final de la pandemia.
Los científicos, indican que las vacunas nasales aparecen como la gran promesa para detener la transmisión de SARS-CoV-2 en el mundo. El argumento es que estas alser nasales tienen una mejor oportunidad para reducir las infecciones.
“Resolver este problema de inducir una inmunidad realmente efectiva para bloquear la transmisión es un desafío tan importante que realmente merece recibir una atención y energía significativas, aunque requerirá algo de tiempo y esfuerzo”, dijo el doctor, Sandy Douglas, miembro del equipo que diseñó la vacuna Oxford/AstraZeneca.
“Es como tener guardias detrás de la puerta del castillo en lugar de tener guardias al frente”, ejemplificó Benjamin Goldman-Israelow, investigador de enfermedades infecciosas en Yale.
Debido a la poca experiencia en la materia, tampoco hay consenso sobre cuán efectiva debería ser una vacuna nasal para llegar al mercado. “Es seguro decir que sería preferible un bloqueo completo o casi completo de la transmisión”, consideró el doctor Samuel Wu, director médico interino de la compañía estadounidense CyanVac.
“Una vacuna inhalable conferirá inmunidad mucosal y sistémica, es más conveniente de almacenar y distribuir, y podría autoadministrarse a gran escala -sintetizó Cheng-. Entonces, si bien todavía existen desafíos asociados con el aumento de la producción, creemos que esta es una vacuna prometedora que merece una mayor investigación y desarrollo”, el profesor inmunólogo de Yale, Akiko Iwasaki.