Cinco mujeres mexicanas forman parte del grupo internacional de Hermanas Del Valle, vestidas de monjas y sin ninguna afiliación religiosa estas activistas buscan quitarle el estigma al cannabis y unir los conocimientos ancestrales para promover el uso medicinal de esta sustancia.
Este grupo fue fundado en 2014 por la “Hermana Camila”, seudónimo, creció en un hogar evangélico, el cual abandono por las estrictas reglas de su madre. México es un país donde el 75% de la población es católica y la marihuana aún es parte de una zona legal gris, es así que las Hermanas del Valle usan su imagen para llamar la atención y dar su mensaje.
La elección de la vestimenta del hábito y toca, es consiente y estratégico, a pesar de que siempre deben aclarar que no están vinculadas a ninguna religión específica, el uso de esta vestimenta tradicional de la religión es para transmitir el mensaje de manera impactante y que la interpretación que ellas tienen para la ropa se convierte en un medio de “respeto por la planta”.
En México, el cultivo y consumo del cannabis está asociada a organizaciones criminales, a pesar de su legalización para el uso medicinal en el 2017, y tres años después la legalización para el uso recreativo. Esto no eliminó el estigma, los desafíos asociados con el cultivo y la comercialización, acciones que continúan en la prohibición.
Así es como la lucha de estas “monjas” junto a profesionales y desde el anonimato, deciden enviar un mensaje valiente y decidido, para desvincularlo completamente del narcotráfico, apostando por un futuro donde la marihuana sea percibida por sus beneficios sin caer en lo “sangriento” de la criminalidad y los narcos, razón por la que no se revela la identidad de ningún miembro, ni de la granja donde residen, con el deseo de evitar cualquier conflicto que las exponga al peligro.