El presidente de Salvador, Nayib Bukele, ha expresado su preocupación por la actual crisis de seguridad que atraviesa el país de Haití tras la toma de poder de pandillas y bandas delincuenciales. La intervención requiere una resolución emitida por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el consentimiento del país caribeño y la posibilidad de cubrir con todos los gastos de la misión.
El enfrentamiento de las autoridades salvadoreñas contra los grupos armados se debe al pedido de renuncia del primer ministro, Ariel Henry, que actualmente se encuentra fuera del país. Los delincuentes llevan varios días atacando estaciones de policía, tribunales y cárceles, las últimas donde se fugaron miles de presos generando tensión, incluso a nivel internacional.
A pesar de que la ONU autorizó el despliegue de un misión internacional dirigida desde Kenia, esta decisión se vio retrasada por problemas políticos y económicos. Se estima que son, al rededor, de 200 pandillas que operan en Haití, dedicadas exclusivamente al tráfico de armas, producción de estupefacientes, extorsión, secuestro, asesinato y actos de violencia.