Se dice que en la guerra y en el amor todo se vale y en Sinaloa, México lo tienen muy claro. Llevaron el enfrentamiento a nuevos alcances. Y es que el pasado 25 de mayo se realizó el segundo debate de los candidatos que aspiran a gobernar .
Mientras al interior del teatro Lince de la Universidad Autónoma de Occidente, en la capital de Culiacán, se discutían propuestas políticas, afuera las cosas se decidían “perreando” entre los simpatizantes del candidato Rubén Rocha Moya del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Revolución Democrática (PRD) aspirante al mismo puesto, Mario Zamora Gastélum.
Los contrincantes de ambas tiendas políticas realizaron un duelo de baile frente a unos coches al ritmo del reggaeton y con los ya famosos pasos de ese género urbano musical. Sin ningún tipo de vergüenza demostraron su destreza haciendo “twerking”, abriéndose de piernas hacia el suelo y sacando los “pasos prohibidos”.
Fueron ovacionados, alentados y aplaudidos. En redes sociales muchos se expresaron con indignación debido a que en muchos comentarios se encuentra la frase “Cómo cuándo te preguntas ¿por qué nos gobiernan los que nos gobiernan?”.
Pero la realidad del proceso electoral que se ha vivido en Sinaloa dista mucho de esa animada batalla. Más bien el crimen organizado es el que está dictando la pauta a seguir.
Específicamente, Ismael Zambada García, el líder del Cártel de Sinaloa, sigue operando con mayor fuerza y sin señales de retirarse del Estado donde afianzó su imperio criminal y en el que se elegirá al gobernador conveniente para sus negocios de exportación de drogas.