La invasión de tierras productivas y el cierre de canales de riego impiden a los dueños y a los trabajadores de la centenaria granja lechera cultivar y alimentar adecuadamente a los animales.
La falta de agua para riego, el avance de las construcciones ilegales de cuartos de cuatro por cuatro y los ataques con dinamita por parte de los loteadores obligaron a los dueños a buscar alternativas para salvar al ganado.
Sin embargo, pese a los esfuerzos, los insumos no abastecen para nutrir a los animales, situación que, incluso, hizo que los propietarios vendan parte del ganado a otras granjas.