Muchos de los servicios más usados a nivel mundial son gratuitos. ¿Por qué son tantos los que están dispuestos a pagar por Netflix y jamás entregarían un centavo a una app que pide una suscripción? Es un hecho que no se pone ni 1 peso por descargar Facebook, YouTube, Twitter, TikTok o WhatsApp. Eso sí: de un examen apenas más profundo emergen otras verdades. Por ejemplo, la afirmación que señala al usuario como producto cuando éste es gratuito.
En el caso de las aplicaciones y las redes sociales, los usuarios también “regalan” activos valiosos: tiempo, dedicación y contenido. Pero la ecuación muta gradualmente hacia nuevos paradigmas a medida que más personas ganan dinero con sus posteos. Además, los dueños de las aplicaciones ahora exploran nuevas vías para generar ingresos.
Musk metió la cola en la escena tuitera y desde entonces anticipa los cambios que prevé inyectar en la red social, amén del reciente recule por la supuesta proliferación de cuentas falsas en la plataforma. Algunas de las movidas que encararía el empresario profundizarían los ánimos de monetización de la app y convertirían a Twitter en un servicio pago.
Cabe recordar que la red social de microblogging es gratuita para la mayoría de los usuarios, aunque en los últimos meses desplegaron estrategias como Twitter Blue, que requiere abonar una suscripción a cambio de funciones exclusivas. Elon Musk iría más allá: se rumoreó que podría cobrar por embeber o citar mensajes de cuentas verificadas, organizaciones o páginas de terceros. Además, el magnate indicó que las empresas y los gobiernos deberían pagar por usar la red social.
Aunque el potencial nuevo dueño de la compañía aclaró que el servicio seguirá siendo gratuito para los usuarios de a pie, sus movimientos para conseguir más ganancias no son casuales. De acuerdo a Reuters, los planes para que Twitter sea más rentable fueron relevantes para que los bancos acepten entregar a Musk el préstamo del que, en parte, utilizará para completar los 44.000 millones de dólares que ofertó.
Nadie, ni siquiera Musk, ha dicho que Twitter dejará de ser gratuito, en la acepción más directa del concepto. Sin embargo, somos testigos de una serie de movidas que vaticinan una nueva era en esa red social en la que los márgenes de uso serían más restringidos.
Hay otra movida que para muchos pasó desapercibida en el negocio de las apps móviles y que en parte confirma el cambio de paradigma al que aquí nos referimos. Hablamos del cierre de YouTube Go que se concretará en agosto, según informó Google.
Para desprevenidos, aquella es una versión más ligera de YouTube. Lanzada en 2016, la aplicación ocupa menos espacio en el dispositivo y tiene funciones especialmente diseñadas para mercados emergentes, en concreto para celulares con especificaciones modestas y conexiones inestables. Ahora bien, ¿Cómo se vincula la caída de YouTube Go con el fin de la gratuidad de las redes sociales?
Llegamos al punto. Google dijo que la app regular de YouTube incluyó una serie de mejoras en su rendimiento, y que eso también ha favorecido a los dispositivos modestos y/o con redes lentas, siendo innecesaria la duplicación de apps. Lo que la compañía no dijo es que la versión Go tuvo una función sólo disponible en la variante paga de YouTube: el acceso a videos sin conexión.
La app de mensajería más popular del mundo también refleja la propensión, aunque se note poco. En el momento y la hora que se escribe esta nota podemos decir que Facebook cumplió con la promesa que hizo cuando en 2014 compró a WhatsApp: la herramienta sigue siendo gratuita y libre de publicidades.
La empresa de Mark Zuckerberg muchas veces amagó con incluir anuncios publicitarios en WhatsApp. El impulso el relativamente lógico y responde a la búsqueda de conseguir que la app con más de 2.000 millones de usuarios sea verdaderamente redituable. Pero nuevamente hay que decirlo: el mensajero no tiene publicidades y se usa gratis.
No obstante, las aguas se agitaron recientemente cuando un exdirectivo de WhatsApp despotricó contra Facebook en un hilo de tuits. Entre sus mensajes incluyó una nota escrita a mano por uno de los fundadores del mensajero, en la que flamearon los principios de la herramienta: no incluir juegos ni anuncios.
El exempleado rebelde es Niraj Arora, que se desempeñó como director de negocios antes de que la aplicación pase a manos de Facebook. En los tuits, Arora dijo que él y otros colegas están arrepentidos de haber favorecido la venta de WhatsApp, que ahora es “la sombra del producto” que fue en sus orígenes. “Originalmente, WhatsApp hacía dinero cobrando 1 dólar a los usuarios por descargar la app. No queríamos anuncios y rastreo multiplataforma, Facebook dijo que estaban de acuerdo y que creían en nuestra misión”, comentó.
Si bien no hay indicios de que WhatsApp vaya a modificar su estrategia y que se convertirá en una app paga, los dichos de Arora remueven el avispero de un sector que evalúa tomar nuevos caminos.
Ya que hablamos de mensajeros, recientemente se filtró que Telegram también estaría desarrollando una variante de pago de su app. Las pistas fueron descubiertas en la beta 8.7.2 de la aplicación para dispositivos con iOS, según se reveló dentro del canal Telegram Beta.
A lo largo de este repaso hemos dicho que los usuarios se convierten en producto cuando éste es gratuito y repasamos un cambio de paradigma que ha iniciado en muchas plataformas digitales, que comienzan a incluir áreas exclusivas a las que se accede con el pago de una suscripción. En el medio, están las aplicaciones (en muchos casos son juegos) que adoptan un modelo que avanza con descargas gratuitas y compras incluidas a posteriori. Tal como decía la canción, “el primero te lo regalan y el segundo te lo venden”.
En este examen hay otro aspecto ineludible: los datos, que han sido en numerosas ocasiones descritos como “el petróleo del siglo XXI”. Es cierto, muchas aplicaciones se descargan gratis pero se llevan nuestra información a cambio.