La revista The Economist estableció que Bolivia fue utilizada por comercializadores rusos como un centro para propagar el mercurio en la minería aurífera. Esto, a expensas del gobierno que “haría la vista” gorda frente a estos sucesos.
El negocio resultaría bastante rentable en tanto que el combustible el diesel es subsidiado y el uso del mercurio, no regulado. Entonces, los cooperativistas ingresarían hacia áreas protegidas con permisos oficiales.
Por lo demás, Sudamérica participaría de una décima parte del comercio global, aunque una cifra real apuntaría a números mayores en cuestión de “oro sucio” o con procedimientos extractivos contaminantes. Según el comunicado, esto atraería al crimen organizado.