No hay duda de que el cerebro es el órgano más importante y por lo tanto, más complejo del cuerpo humano. Muchas veces sus capacidades nos parecen un gran misterio y lo cierto es que poco sabemos de él. Pero lo que sí nos podemos percatar es de su capacidad de adaptación al ambiente.
Al momento de nacer, nuestro cerebro no sabe cuáles serán las condiciones en las que se desarrollará. En qué clima creceremos o con qué tipo de familia nos criaremos. Tampoco conoce los peligros a los que tendrá que hacer frente. Para adaptarse a este entorno tan cambiante e impredecible, el ser humano dispone de los llamados procesos plásticos cerebrales.
Según la revista Cognifit, “La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno”, señala.
Agrega que aunque este término se utiliza hoy día en psicología y neurociencia, no es fácil de definir. “Se utiliza para referirse a la los cambios que se dan a diferentes niveles en el sistema nervioso: Estructuras moleculares, cambios en la expresión genética y comportamiento.
Este proceso no es propia de los recién nacidos. Dura toda la vida y nos permite adaptarnos a un entorno estimular dinámico, no determinista. Es decir, si viviéramos en un entorno siempre determinista, donde un suceso A, siempre indicara B, la neuroplasticidad hubiera podido ser una cualidad cerebral extinguida o desaparecida debido a su ineficacia y su alto coste energético. En cambio, vivimos en un entorno indeterminista, donde un suceso A a veces indica B, a veces es C, y a veces Z.
Fotos: Shutterstock
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