Se trata de 300 lobos marinos que llegaron a las playas de Tomé en Chile, escapando de cazadores naturales como orcas y ballenas que nadan en las costas de la región de Biobío.
La presencia de los animales comenzó a generar problemas en la comunidad. Los lobos marinos se dirigieron hacia los basureros en busca de restos de pescado. Merodearon también por locales comerciales e incluso viviendas.
La armada chilena pidió a los lugareños evitar acercarse a los mamíferos, ya que por su naturaleza posesiva y por andar en rebaño podrían tornarse peligrosos para quienes se aproximen a ellos.