Gary Oldman es uno de los actores más reconocidos de Hollywood. Ha recibido tres BAFTA, un premio Saturno, un Globo de Oro y un Oscar a mejor actor por su papel de Winston Churchill en “Darkest Hour”.
Sin embargo, no todo ha sido aplausos y risas en la vida del actor británico de 62 años. En una reciente entrevista habló de sus oscuros días en los que luchaba contra su alcoholismo.
“Solía sudar vodka. Se convierte en una parte tan importante de ti. Mi lengua estaría negra por la mañana y le echaría la culpa al champú”, dijo en conversación con Los Angeles Times.
“No se lo desearía a mi peor enemigo, estar en sus garras. Es un infierno”, agrega el intérprete quien este año cumple 24 años sin tomar una gota de alcohol.
“Cuando bebía, trabajaba y recordaba líneas, así que sientes que te estás saliendo con la tuya, en el fondo, debajo de la negación, ya sabes”, dice Oldman.
Para el protagonista de “Drácula, de Bram Stoker”, uno de los factores que influyó en su adicción a la bebida fue la “idealización” que hizo de ella, siguiendo el ejemplo de sus referentes, como por ejemplo, Ernest Hemingway.
“La gente lo romantiza, e incluso yo lo romanticé. Todos mis héroes eran bebedores o adictos al opio, y uno se vuelve loco por estos poetas, dramaturgos y actores que eran grandes bebedores”, señaló.
Durante casi tres décadas, Oldman fue un alcohólico activo, periodo en el que estuvo dos veces en rehabilitación. Ahora en marzo cumplirá 24 años alejado de la bebida.
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