Los contrabandistas de insectos llegan a los Yungas buscando al “rompefocos”, una especie endémica del territorio nacional que es buscado en el mercado negro de mascotas del país asiático.
Entre enero y mayo, los cazadores de escarabajos rompefocos del municipio yungueño de Coroico esperan ganar unos 200 bolivianos por cada ejemplar vivo que capturen. Pero solo los más vistosos que se exponen en las tiendas de mascotas japonesas, pueden llegar a valer hasta 500 dólares (los precios varían según el tamaño, la forma y la longitud del cuerno del insecto).
“En una mañana buena podemos capturar hasta cinco”, menciona Reynaldo Zambrana.
Se considera que en una sola temporada, cada persona puede obtener hasta 70 escarabajos. “El más grande que capturé medía 14 centímetros. Se los vendí al mexicano que trabajaba con los japoneses”.
El Ministerio de Medio Ambiente clasifica a los rompefocos como especie en peligro de extinción. Su importación y exportación están reguladas por el convenio de Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre.
La Ley de Especies extranjeras invasoras de prohíbe la importación de 148 especies de plantas y animales, pero entre ellas no figuran los escarabajos rompefocos.
Según Aya Yatsumoto, de la Oficina de Cooperación Medioambiental del Ministerio del Medio Ambiente, estos escarabajos no encuentran mencionados porque no se consideran una amenaza. “Como son caros, los japoneses quieren tenerlos de mascotas y no los liberan a la naturaleza” menciona.
Porfirio Mamani, un cazador de rompefocos de Santo Domingo, una comunidad cercana a Coroico, cuenta que luego de cazar a los escarabajos los mete en recipientes de plástico que coloca dentro de cajas de cartón. Después los envía en bus a un intermediario en Perú, el cual se encarga de enviarlos en avión a Japón.
En 1996, Mamani empezó a atrapar a los escarabajos rompefocos y logró enviar unos 720 ejemplares a Japón.