Don Atiliano, a sus 83 años, continúa tejiendo y vendiendo prendas de lana, una actividad que no solo le permite generar ingresos, sino que también lo llena de vida y lo conecta con hermosos recuerdos de su esposa.
Para él, cada prenda es una obra de amor y dedicación, que representa tanto su habilidad artesanal como su resiliencia ante los años.
Este ejemplo de esfuerzo y pasión por el arte demuestra que nunca es tarde para seguir creando y persiguiendo una pasión.