A siete días de Todos Santos, la actividad, más intensa, las dulcerías están listas para recibir a las almas con dulces de nuevos sabores y colores.
Todo comienza con el preparado del dulce: una especie de almíbar que alcanza su punto de cocción y se vierte sobre un batán. Encima de la piedra se va moldeando una masa, similar a la del pan, pero esta se va solidificando de a poco con un poco de agua y cuando está compacta se la coloca en una vara que va girando.
La masa se transforma en una especie de plastilina que sirve para formar las figuras de diferentes tamaños.
Los artesanos manipulan la masa de caramelo caliente, por lo que constantemente meten sus manos en un balde de agua para no quemarse.
La masa de caramelo se coloca en una mesa donde se le da la forma de las tradicionales canastas, escaleras y cruces. También se realizan diseños personalizados, como una vendedora en su tienda, una wallunk’a y una tejedora entre otros.
En Cochabamba las dulcerías más tradicionales se ubicaban por el mercado Calatayud, en las calles Lanza y Brasil. En Quillacollo el “Miski Pasaje” es el que provee por décadas los dulces para las almas.