Son espeluznantes, es verdad. Estas criaturas con ocho patas, ágiles y peludas, más de algún susto nos han dado. Pero, más allá de su aspecto, científicos descubrieron que podría haber un factor biológico y evolutivo en el terror a las arañas.
Según un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Columbia (EE.UU.) la clave de la aracnofobia es producto de la evolución del ser humano.
El trabajo expone que en ciertas etapas de la prehistoria, el veneno de las arañas era mucho más potente que ahora, esto sumado a su tamaño que les permite esconderse con facilidad, hacían de las arañas un peligro inminente.
Los seres humanos estaban en riesgo perenne, imprevisible y significativo ante el encuentro con arañas altamente venenosas en sus ambientes ancestrales. Incluso cuando no era mortal, la picadura de, por ejemplo, una viuda negra en el mundo ancestral podría dejar incapacitado durante días o incluso semanas a un hombre, tiempo en el que se exponía a numerosos peligros, explica Joshua New, líder del estudio en la revista Muy Interesante.
De esta forma el miedo o respeto a las arañas habría quedado sellado en nuestro ADN hasta la actualidad. En este sentido, de acuerdo con Joshua New de Barnard College y Tamsin German de la Universidad de California en Santa Bárbara, nuestro sistema visual parece haber conservado mecanismos ancestrales para la detección de estos arácnidos y otros animales peligrosos como las serpientes.
Lo curioso es que las arañas no son una amenaza tan grave en estos días, en comparación con el pasado profundo. Solo alrededor de 200 de 40.000 presentan serias preocupaciones médicas para adultos sanos, con cerca de 200 muertes confirmados al año en todo el mundo, por lo que en concreto, se trataría de un miedo ancestral.
Fotos: Shutterstock
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